Díaz Simental apuesta por la honestidad / AMLO Emocionó, pero no solucionó

Por: Silviano de la Mora.
La primera… El alcalde electo de Escuinapa, Víctor Díaz Simental, está en una etapa clave al armar su gabinete, y lo que destaca es que busca gente honesta y comprometida con el servicio público. En un momento en que la atención a la ciudadanía no ha sido la mejor, su enfoque en la transparencia y la dedicación es una buena señal.
Díaz Simental ya ha dejado claro que en sus primeros 100 días se va a poner las pilas para atender las necesidades más urgentes de la comunidad, siendo el suministro de agua potable una de sus prioridades. Esto es algo que muchos escuinapenses han estado esperando, así que hay esperanzas de que su liderazgo traiga cambios reales.
También es interesante que, aunque ha señalado que no ha tenido reuniones formales con el gobernador Rubén Rocha Moya, ha logrado mantener una buena relación con él. Esto podría ayudar a que ambos trabajen juntos en beneficio de Escuinapa. Sin duda, los primeros meses serán cruciales para ver si estas promesas se convierten en acciones concretas que mejoren la vida de la gente. ¡Estaremos atentos!
La segunda… El ex presidente de México, Andrés Manuel López Obrador hizo suyas frases como:
“El pueblo es sabio, y sabe lo que necesita.”
“Confío en el pueblo, en su capacidad para decidir.”
“No hay mejor juez que el pueblo.”
“Estamos aquí para servir al pueblo, porque el pueblo manda.”
“El pueblo es quien quita y pone.”
Todo lo anterior lo utilizó para conectar con la gente. Sonaba bonito, ¿verdad? presentarse como el líder que entendía y defendía a los mexicanos. Pero había un truco: mientras él hablaba de un “pueblo” ideal, se olvidaba de que la realidad era mucho más compleja.
Por un lado, este lenguaje seducía. Hacía que muchos se sintieran parte de algo grande, como si todos estuvieran en la misma sintonía. AMLO se erigió como el representante de esa sabiduría popular, lo que le dio un plus de legitimidad. Pero, ¿realmente éramos un solo pueblo? La verdad es que entre nosotros sigue habiendo opiniones, intereses y problemas muy diversos. Al tratar de homogeneizar a los mexicanos, ignoró diferencias y necesidades específicas de muchos.
Y aquí venía lo más problemático: esta forma de hablar podía ser más demagogia que representación real. En vez de enfocar su atención en resolver los problemas concretos que afectaban a distintas comunidades, se quedaba en un discurso que emocionó, pero no solucionó. Era como si dijera: “Soy el único que sabe lo que necesita el pueblo”, dejando fuera a quienes pensaban diferente. Esta polarización sólo alimentó divisiones y conflictos entre los mexicanos.
Lo que realmente le faltó fue un diálogo inclusivo, donde se escucharan todas las voces y se abordaran los problemas de manera efectiva. La retórica de “pueblo bueno” podía sonar muy bien, pero no se traducía en acciones concretas. La política debería unirnos, no dividirnos; tal y como sucedió.
Gracias por la atención a este espacio.