Primer balance a mitad del camino en el proceso para elegir rector en la UAS

Finalizaron las comparecencias públicas para elegir a la persona titular de la rectoría de la UAS para el periodo 2025 – 2029, con una nueva ley orgánica como marco, y sus artículos sujetos a interpretación según los intereses de los actores implicados; que pueden ser intereses orientados por los fines democráticos o por el pragmatismo e inmediatismo de lo que no prohíben.
El actual proceso de elección de rector pudo ser mejor como deseamos muchos, pero también pudo ser peor como creen otros. Hasta ahora, considero un tremendo avance en lo que va del proceso, falta por ver cómo resulta la votación y escrutinio de los votos; sin embargo, sostengo que es un tremendo avance respecto a lo que fueron las elecciones de rector en los últimos 30 años, los primeros por su anarquismo y despilfarro, los posteriores por el sometimiento e instrumentalización normalizados.
Con todos los excesos denunciados hasta hoy, y considerando el pronóstico a partir de lo ocurrido, no se compara, aun, con lo que fueron aquellas elecciones de rector en las últimas tres décadas, y eso debemos celebrarlo. Generaciones completas abrevamos de esos modelos, fuimos víctimas y victimarios por acción u omisión en uno y/u otro modelo. El cambio no será automático y sin sobresaltos. Hoy tenemos la oportunidad de redimirnos a través del mejoramiento continuo de las reglas y de nuestros actos a favor de un real humanismo, donde todos nos reconozcamos con los mismos derechos y obligaciones, con roles diferenciados por las tareas, más nunca por méritos autocráticos o consanguíneos.
La candidata Dra. Díaz, como era lógico, asumió su rol de retadora; pero, sin aparente consciencia de su papel legitimador de esta jornada y de su propuesta para el futuro, ni del reto ante una elección normada con rasgos de ser más bien un refrendo del mandato. No se observó preparada para afrontar tamaño compromiso político y académico, su equipo debió trazar una estrategia de posicionamiento hoy y fortalecimiento a mediano plazo como representante de un proyecto distinto y responsable, lo que no se observó en ninguna de las comparecencias. En esta elección le era imposible ganar, y por el papel realizado esta vez le será técnicamente muy difícil aparecer con alguna ventaja dentro de cuatro años más, cuando en definitiva serán mujeres todas las aspirantes a la rectoría. Prefirieron “quemar las naves”, como si la consigna fuese “¡ahora o nunca!” o como si ella fuese sacrificable en aras de evidenciar los excesos de la contraparte o de ella misma. Fue como un pugilista de peso mosca peleando rudo contra uno de peso completo tipo Mike Tyson. Su ventaja, aunque acotada, se la daba la ley, no lo entendió así; su estrategia fue provocar en indudable desventaja, tal vez creyendo que la victimización le traería simpatías masivas, olvidando que también trae desprestigio y rechazo masivo. Al final, la votación poca o mucha que obtenga no será suficiente y no será por ella, sino por el natural voto antisistema, principalmente. Su mayor dislate fue pedir la expulsión del recinto de una mujer que con gritos saboteaba su comparecencia, tan primitiva solicitud echó por tierra su principal bandera de demócrata, al final, salió peor que lo que denuncia. Sin embargo, como dice ella, ya se ganó un lugar en la historia por el solo hecho de participar, como dijo el usurpador “haiga sido como haiga sido”.
En cambio, el candidato Dr. Madueña, asumió su rol como rector y candidato ganador, no perdió el control, no había ningún riesgo para sentirse inseguro, el diagnóstico de su propuesta encerraba el informe de sus logros en un periodo muy accidentado, pero con logros al fin, y que en otro espacio valdría la pena analizarlo. Sus ventajas son abismales, el posicionamiento de su imagen y nombre, su trayectoria en cargos que le permitió conocer cada rincón universitario y durante años tratar directamente con docentes, administrativos y alumnos, años en puestos directivos le permitieron la apropiación del lenguaje del mundo de la educación, que como todas las profesiones acuña su propia terminología, su equipo variopinto entre funcionarios animados por la previsible continuidad y muchos otros aspirantes a sustituirlos conforman su principal red de apoyo, además los docentes, administrativos y alumnos que creen en su propuesta y su palabra, y un largo etcétera. La candidatura del Dr. Madueña no requería ni requiere desfiguros antidemocráticos, tal vez algunos miembros de su equipo lo requieran para sus fines muy personales, o tal vez porque es lo que han aprendido a hacer y ser en tantos años de hacer lo mismo. La candidatura del Dr. Madueña tiene la suficiente fuerza para contener los embates de la reducida y desorganizada oposición, sin masoquismo, pero si con institucionalidad.
El Dr. Madueña padeció el ostracismo de facto durante 8 años y tomó posesión de la rectoría sin rencores y en plena pandemia, en una universidad abandonada, sin trabajo presencial, con maleza hasta en las grietas de las banquetas, con un historial de discurso depresivo donde el pago de la quincena a los trabajadores era noticia de logro y lo cambió por certeza, reinició pagos de becas a docentes que habían sido suspendidos por supuesta o real falta de recursos, creó la beca para personal administrativo con el mismo presupuesto que antes no alcanzaba ni para la quincena, regularizó el gasto operativo a las escuelas, reiniciamos clases presenciales terminando con un año de dificultades para los alumnos más pobres que no contaban con computadora ni internet en sus casas, sus reuniones y discursos se centraban en el análisis de los verdaderos problemas académicos de la universidad, hasta que cambiaron sus circunstancias y volvimos a lo mismo. Algún día tal vez se anime a escribir sus memorias y en ellas dedique al menos un párrafo a escribir sobre esa circunstancia.
Los mayores retos del Dr. Madueña en su próximo periodo considero que serán
1).- Sanear financieramente a la institución, que seguramente implicará pisar callos.
2).- Regularizar la vida académica de la institución centrando todo el esfuerzo, tiempo y recursos en los fines sustantivos, y
3).- Fortalecer la democracia incipiente con mejoras a los procedimientos de elección de autoridades, y favoreciendo la libre expresión de las ideas y libre asociación de trabajadores y alumnos en un marco de responsabilidad y solidaridad institucional con lo que pisará de nuevo los mismo callos. Madueña tendrá la oportunidad de reiniciar su rectorado con otras circunstancias. Inició bien su primer periodo, que sea mejor el siguiente, para bien de todos. Avancemos emitiendo nuestro voto con orden y esperanza. La utopía es posible.