Rompió la calma una onda violenta en Navolato

Culiacán, Sin., a 10 de enero del 2025.- A Navolato, donde relativamente desde que estalló la onda de la violencia permaneció en calma, el miércoles por la noche el ruido de las armas traspasó la frontera e interrumpió el campo pesquero en el que el ex síndico de Sataya, Cecilio Salas, entre los años 1990-1992, combatió a la descomunal “Fiera del Castillo”.
La confrontación, que lugareños revelaron con miedo, cambió rápidamente el escenario que desde hace años, muestra a un territorio que yace a medio poblar, porque lo olvidaron las autoridades de los tres niveles y desencadenó en un éxodo de pescadores hacia la capital de Sinaloa y hacia ciudades fronterizas del norte del país, en busca del sustento.
Y tienen razones de sobra. La captura de camarón, principal fuente de sustento dejó de ser rentable, independientemente de que es por cortas temporadas en las que las familias no logran ganar el suficiente dinero para mantenerse, y menos para cubrir las deudas que adquieren para avituallar sus pequeñas embarcaciones.
Lejos de aquellos tiempos en que una congeladora de productos del mar, permitió pasar épocas halagüeñas que instauraron el crecimiento demográfico de lo que apenas es un lunar que besa las aguas de la región costera sinaloense, porque lo abandonaron paulatinamente, la tranquilidad se alteró este siete del mes en curso por la noche.
En medio de la psicosis colectiva, los vecinos alertaron de enfrentamientos. De ruidosas explosiones que se escucharon.
Una disputa que duró momentos que parecieron eternos.
A excepción de otros acontecimientos que se tuvieron en Las Puentes, Villa Juárez, igualmente cuna de pescadores, desde el comienza de la etapa que se vive o del lamentable atentado contra policías municipales en San Pedro, las cosas corrieron en calma durante los últimos meses.
Lo estruendoso en el lugar junto al mar que llaman los moradores El Contrabando, obligó a recordar aquella dura fase que se libró a partir del 2008, cuando el presidente panista, Felipe Calderón Hinojosa, declaró la guerra contra el narcotráfico.
Entonces, años después que como eslabones de cadena se afianzó la pérdida de la tranquilidad como hace tres días.
Al alcalde navolatense, el priista Jorge Bojórquez Berrelleza, le entregaron dos patrullas para reforzar la prevención de los delitos y el combate a la espiral de sucesos violentos que no acaban y el edil lo festejó con “bombo y platillo”.
Por las precarias condiciones materiales en que desarrollan esas labores no es reprobable que el munícipe lo mire así.
El problema reside en que al empezar a incendiarse los poblados que por algún mucho figuraron pasivos, se ignora si le alcanzará el estado de fuerza que tiene y las unidades que utilizan para hacer frente exitosamente a las embestidas.
Ya en esa comunidad donde se practica la pesquería, sindicatura de Sataya, los lugareños informaron por sus propios medios, hechos trágico y de terror que se les hicieron más largos los minutos que la esperanza de un pobre.
El tronar del armamento que algunos definieron como bombazos o explosiones de granadas, circularon por los sistemas digitales vecinales que adquirieron en los meses más recientes, un alto sentido de comunicación eficaz y emergente.
Francisco Martínez Ramírez, comisario de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal en el municipio ex cañero, cuenta con la experiencia para encarar estos desafíos y otros más, aunque el equipo debe estar a la altura de las exigencias del instante.
Pareciera que los acontecimientos arribaron a la frontera de la municipalidad número 18.
De Altata, los turistas están prófugos.
Altata, la sindicatura que fue un dinámico puerto, está actualmente en la semiparálisis por la misma causa. Restaurantes que cerraron y prestadores de servicios turísticos como pangueros y guías, no encuentran la solución a su magra economía.
Muchos ya se salieron a otras partes del estado y de la República Mexicana porque el desértico malecón que se construyó luce sin paseantes que por tardes o por días enteros escogieron este recreativo círculo de convivencia para gastar dinero.
Por lo que sucede en Culiacán, casi nadie asiste porque prefirieron replegarse al manto de su protección que le brindan sus hogares.
Por ganas no queda, más los temores son mayores y la escasez de recursos económicos que implantó a los bolsillos de ciertos sectores, no cuadra entre los requerimientos del placer que se reprimen.
A esperar que resulta de la convocatoria para preparar uno de los ceviches porteños más grandes en nueve días más.
Una sesión financiera y política, la del miércoles.
La sesión en que el gobernador Rubén Rocha Moya solicitó la aprobación de una línea de crédito para realizar obra pública en la entidad del miércoles pasado, además de personificar una concentración de carácter financiero, lo fue igualmente de corte política.
Acudieron todos los alcaldes, los diputados federales y los senadores. Y una muchedumbre de políticos menores que quisieron aparecer en el enfoque de la mirada del mandatario.
Amigos, compañeros de trabajo y de quienes quieren quedar por si el destino político los premia.
La asistencia de los ediles y los miembros del gabinete se justifica porque avalaron la propuesta del oriundo de Batequitas. Las de otras figuras, aunque salieron de sobra, son parte de la estrategia de que “hacen su luchita”.
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